David Fincher
Empezó como animador en Industrial Light and Magic entre 1980 y 1984. En 1986, fundó la productora Propaganda Films, y desde entonces hasta que dirigió su primer largometraje, Alien 3, en 1992, destacó en el campo de los videoclips, llegando a trabajar para artistas como Madonna o los Rolling Stones. Pese a su corta carrera cinematográfica (sólo ha dirigido 6 filmes en 15 años), se ha forjado la condición de "director de culto", debido a la originalidad de sus filmes y a su capacidad para reinventarse en cada película que dirige.
Rasgos: No es fácil describir el estilo visual y narrativo de Fincher, pues una de sus mejores rasgos es precisamente ese: la capacidad de adaptarse a cada historia que dirige. Así, Fincher es capaz de pasar de un estilo vanguardista e innovador próximo al videoclip a un estilo de lo más sobrio y clásico, tanto estética como narrativamente, todo dependiendo de la historia que cuente. Y es, precisamente, en el tipo de historias que cuenta, donde se encuentran las constantes de Fincher. La primera de ellas es que en sus películas acostumbra a hablar del lado más oscuro del ser humano, siendo un auténtico maestro en el tratamiento de los miedos, obsesiones, pesadillas, paranoias y deseos del hombre. Sus personajes acostumbran a ser seres atormentados e infelices, a través de los cuales el director norteamericano cuenta historias de una gran profundidad psicológica, que en la mayoría de los casos también son durísimas críticas a la sociedad actual. La otra característica propia de Fincher es su detallismo enfermizo, a todos los niveles: desde todos y cada uno de los planos de sus películas hasta los aspectos psicológicos de los personajes, pasando por los créditos. Así pues, de Fincher también se puede decir que es un cineasta extremadamente perfeccionista.
Influencias: Debido a su ecléctico y cambiante estilo cinematográfico, las influencias de Fincher son distintas dependiendo de la película, pues en algunas innova totalmente mientras que en otras bebe del estilo de otros cineastas. A pesar de eso, se puede considerar que el cine de Fincher recibe influencias del cine negro y del suspense, con Hitchcock a la cabeza, mezclando esas influencias con su propio estilo videoclipero (Seven, The game, El club de la lucha y La habitación del pánico). Otras influencias que pueden detectarse en el cine de Fincher son las de Alan J. Pakula o Sideny Lumet, predominando éstas últimas en su último filme, Zodiac.
Tres películas:
Seven (1995)
Con este thriller policíaco, mezcla de thriller de asesino en serie, psicothriller y cine negro, que posee uno de los mejores finales de la historia del cine, Fincher empezó su ascendente carrera como "director de culto". Seven es la primera obra maestra del director norteamericano, una oscurísima película que muestra, a través de la historia de un asesino en serie que mata a sus víctimas según los 7 pecados capitales, que nadie es inocente, que todos somos pecadores. Esta película abre la denominada "trilogía sobre la sociedad" de Fincher, en la que el cineasta nos muestra a una sociedad decadente, sin valores, absoluta y totalmente immoral, trágico reflejo la humanidad de finales del siglo XX. También aquí empezó Fincher su análisis del lado oscuro del ser humano, centrándose en esta ocasión en la corrupción y la maldad en las que éste ha caído. La dirección de Fincher es soberbia, pues, gracias a la originalidad de la trama, a lo inquietante que es todo el filme, a un
tempo prodigioso y a un ambiente claustrofóbico, te mete en la película desde su mismo inicio y no te suelta hasta el aterrador final, que en sí mismo es la gran metáfora del filme. Es curioso observar como, en algunas escenas, Fincher utilizó una estética videoclipera que luego predominaría en El club de la lucha.
El club de la lucha (1999)
Magistral cierre de la "trilogía sobre la sociedad" (la segunda parte es The game, de 1997), El club de la lucha está considerada por muchos, entre los que me incluyo, la mejor película de Fincher hasta la fecha. Si en Seven el director investigaba la corrupción y la maldad del hombre de finales del siglo XX a causa de una sociedad falta de valores morales, en El club de la lucha Fincher explora la paranoia, la locura y la frustración del hombre del aún no-nato siglo XXI, en un filme que es el ataque más feroz, despiadado, inteligente y excelente al capitalismo, al consumismo y al materialismo de la historia del cine. Para ello, Fincher nos cuenta la historia de un agente de seguros que, un buen día, se encuentra con Tyler Durden, un hombre con una filosofía de vida autodestructiva. La película es una originalísima disección de la psicología del hombre moderno, una psicología a la que una sociedad que no sabe ver nada más allá de lo material y de lo inmediato ha convertido en locura y, en términos más filosóficos, nihilismo vital. La dirección de Fincher resulta la más arriesgada, y también la mejor, de su carrera, pues mezcla los elementos clásicos del suspense (como el flashback o la voz en off) con un estilo visual muy próximo al videoclip, con unos movimientos de cámara rápidos y nerviosos, reflejo de la paranoia en la que viven los personajes. Como diría Nietzsche: "Esto no es cine, es dinamita".
Zodiac (2007)
Dejada atrás la grandiosa "trilogía sobre la sociedad", con dos obras de arte (las dos comentadas arriba) a sus espaldas y con un filme menor (La habitación del pánico, de 2002) enmedio de El club de la lucha y el filme que nos ocupa, Fincher volvió a reinventarse y optó por la sobriedad y el clasicismo más estricto para contar otra historia de un asesino en serie, esta vez inspirada en un caso real, el del Asesino del Zodíaco, que conmocionó a San Francisco y a todo EEUU durante las décadas de los 60 y los 70 y que jamás fue identificado ni capturado. Zodiac es la tercera obra maestra (y también la tercera obra de arte) del realizador norteamericano, y en esta ocasión no se centra tanto en los crímenes del asesino como en las pesquisas e investigaciones de un inspector de la policía, un periodista del
San Francisco Chronicle y un dibujante del mismo periódico. En Zodiac, Fincher dedica su exploración del lado oscuro del hombre a dos temas: la obsesión y el miedo. La obsesión de aquellos que intentaron, durante más de 20 años, atrapar al asesino y que acabaron destruyendo sus propias vidas sin lograr su objetivo; y el miedo de toda una sociedad que veía que una amenaza letal y sin rostro podía estar esperando a la vuelta de cada esquina, pero que a la vez utilizaba a esa amenaza como un fenómeno mediático. Los paralelismos con la actualidad están servidos. La dirección de Fincher es de un clasicismo excelente, que sobretodo destaca en algunas escenas en particular (todos los crímenes de Zodiac, la escena del plató de televisión o la del sótano) que ponen los pelos de punta.