“Charlie y la fábrica de chocolate”
Dirección: Tim Burton.
Países: USA y Reino Unido.
Año: 2005.
Duración: 115 min.
Género: Aventuras, comedia, fantasía.
Interpretación: Johnny Depp (Willy Wonka), Freddie Highmore (Charlie Bucket), David Kelly (Abuelo Joe), Helena Bonham Carter (Sra. Bucket), Noah Taylor (Sr. Bucket), Missi Pyle (Sra. Beauregarde), James Fox (Sr. Salt), Deep Roy (Oompa-Loompas), Christopher Lee (Dr. Wonka), Adam Godley (Sr. Tevé), Franziska Troegner (Sra. Gloop), Annasophia Robb (Violeta).
Guión: John August; basado en el libro de Roald Dahl.
Producción: Brad Grey y Richard D. Zanuck.
Música: Danny Elfman.
Que Tim Burton es raro es algo que está más que claro. No es un director convencional. Es … raro. Y eso no es malo. Al contrario. En un panorama en el que las películas tienden a hacerse en serie cual salchichas, es de agradecer que haya directores (pocos, pero los hay), que aporten originalidad y aire fresco a la cartelera.
Quien va a ver una película de Burton sabe que no va a encontrarse con superhéroes en mallas ni con melodramas pugilístico-eutanásicos ni con vampiros de medio pelo. Eso ya lo hacen, los Raimi, Eastwood y (desgraciadamente para el género vampiresco) Sommers, por poner algunos ejemplos. No. Cuando el espectador asiste a la proyección de un film burtoniano, SABE que va a ver algo totalmente apartado de los clichés habituales; que va a entrar en un submundo o bien oscuro, tétrico y gótico como “Sleepy Hollow” o la genial “Pesadilla antes de Navidad”, o bien en uno plagado de luz y color como la reciente “Big Fish” o la cinta que ahora nos ocupa; con personajes marginados (outsiders que se dice ahora) e historias fantásticas.
Otra cosa que sabe el espectador y que, aunque no es segura sí es muy probable, es que, salvo que la película tenga como actores a muñecos de plastilina, ésta tendrá en el reparto a sus fetiches favoritos (Helena Bonham Carter –mujer de Burton- y Johnny Depp). Es más: a veces aunque sean muñecos los que “actúen”, como es el caso de la aún no estrenada “Corpse Bride”, podremos oír en la versión original la voz de la simiesca Bonham Carter.
“Charlie y la FDC” es la adaptación del cuento homónimo de Roald Dahl, autor entre otras de “Matilda” y “James y el melocotón gigante” ésta última llevada a la pantalla y producida precisamente por el propio Burton. Antes que Burton, Mel Stuart ya hizo su particular versión del libro (“Un mundo de fantasía”,1971), con un histriónico Gene Wilder que, si mi frágil memoria de infante no me falla, lo hizo bastante bien. (Seguramente si ahora la viera de nuevo pensaría de otra forma. Es lo que suele pasar al revisar cintas que elevamos a los altares cuando sólo éramos niños de teta. Conclusión que no viene al caso de esta crítica: no veáis las pelis que os gustaron de criajos. Os ahorraréis golpes duros. Muy duros).
Pero vayamos al grano, Cipriano.
Visualmente la peli es una maravilla, una orgía visual, un derroche artístico dividido en dos partes: la primera, la parte oscura, con colores apagados, sirve para describir la extremada pobreza (“la col va bien con col”) de la familia de Charlie. La segunda es el mundo de Wonka (Depp): una fábrica en la que cabrían 45.327 veces la casa de la Preysler, con un río de chocolate y en la que todos los fotogramas son una explosión de color.
Pero, ¿de qué va la peli?: Willie Wonka ofrece la posibilidad de visitar su fábrica a los cinco niños que encuentren de entre los miles de millones de chocolatinas distribuidas por todo el planeta los tiquets dorados. Contar más sería destripar. Lo interesante comienza en el momento en el que se traspasan las puertas de la factoría. Willie Wonka será el anfitrión de la visita, con su peculiar forma de ser, con sus toques macabros y con sus musicales Ompas Lompas (que en realidad es sólo uno multiplicado por obra de la informática).
La película en general está bien, pero peca de ser demasiado moralizante y en ocasiones hasta ñoña. Tal vez sea así el libro, no lo sé (quienes lo han leído dicen que esta versión es más fiel a la novela que la de Stuart). Lo cierto es que al acabar me dejó un regustillo a cuento navideño, en la línea de “Los fantasmas atacan al jefe”.
Por último, decir que la banda sonora está compuesta por otro de los fetiches de Burton, el genial Danny Elfman, que ha elaborado una de las mejores partituras del año.
No obstante si me dan a elegir entre versiones… me quedo con la que hacen en “Futurama” en el episodio “Fry y la fábrica de Slurm”.