Una obra maestra del cine clásico sobre el cine clásico, con el sistema de estudios de la época dorada del cine en Hollywood. Con la perspectiva de los poderosos productores clásicos: Szelnick, Zanuck, Warner, Mayer, Goldwyn, Wanger, Hughes y especialmente Thalberg.
El ritmo es preciso, narrativamente perfecta, Kirk Douglas está inmenso en su papel, un antihéroe perfecto, un genial productor, un hombre capaz de vender y conseguir todo lo que se proponga, aunque carezca de sensibilidad, su única prioridad es hacer buenas películas, una vez conseguido todo vuelve a empezar para él. Aunque seguramente acabe como su padre. Un funeral sin verdaderos amigos.
El guión es perfecto, tres historias perfectamente ensambladas, con ramificaciones entre ellas y un final con un plano genial y definitorio.
La dirección de Minnellli es grandiosa, los actores destacan, especialemente el citado Douglas, Pidgeon, Sullivan y Grahame, incluso una actriz no muy dotada como Lana Turner está francamente bien.
Buenos diálogos, buena música, excelente definición de los personajes y sobre todo mucho amor al cine, sazonado con un punto ácido y amargo, pero que deja un toque de grandiosidad sólo propio de las grandes obras de arte.