Hola a todos. Soy nuevo en el foro, pero ya os adelanto que soy un auténtico cinépata. Tanto es así que no sólo disfruto viendo una buena película, sino que además necesito cada vez más leer sobre cine, y, últimamente, escribir mis impresiones sobre los films que puedo disfrutar. Así, paladeo aún más las joyas del séptimo arte. Me agrego a este moderno ágora con la ilusión de encontrar gente como vosotros, con la que poder compartir impresiones sobre películas como la que nos ocupa. Es una suerte saber que aún queda un reducto de personas que saben buscar y valorar lo bueno. Os dejo la crítica que escribí sobre El joven Lincoln. No sé si se nota que la redacté cuando pillaron al gordo de Megaup Load y estaba calentito porque pensaba que se me jorobaba la fuente de acceso al arte más cercana. Esperando vuestra respuesta, os mando un saludo afecutoso.
Busco y rebusco, y encuentro en la biblioteca municipal, vergel donde aún no han metido sus insensibles garras los avariciosos tiparracos de la SGAE (espero que no lean esto), una cinta que obviamente, no podría haber localizado en ningún videoclub comercial. Se trata de "El joven Lincoln", que filma en 1939 el maestro John Ford.
En esta película, el genial cineasta nos acerca a la figura de Abraham Lincoln, que es, además de uno de los presidentes estadounidenses más admirado por los norteamericanos, un modelo universal de fe en la justicia. No se trata, en contra de lo que pudiera parecer a priori, de una biografía al uso, en cuanto no se nos relata su vida, sino que la película se vale de una serie de acontecimientos que ocurren durante su juventud, antes de que emprendiera su fulgurante carrera política, para poner en alza los valores que caracterizarán toda su vida: La confianza en el trabajo y en el esfuerzo personal; la cercanía al pueblo utilizando el sentido del humor como herramienta; la perseverancia, la valentía y la constancia; el aprecio a sus raíces y la fidelidad a sus orígenes; y, sobre todo, la lucha por las causas justas, se hacen facilmente palpables a lo largo del metraje, en escenas llenas de simbolismo, de poesía.
Con todo, a mi entender lo mejor de la película es lo que la Historia convertiría en un sello de identidad de la obra de John Ford, y esto es su capacidad para filmar al pueblo, a veces dañino en su sencillez, a veces indefenso ante la injusticia, pero siempre necesitado de un líder que oriente su potencial. Los bailes de alta sociedad, así como las celebraciones populares, son filmados de una manera sublime, y se alcanzan cotas de belleza en muchas secuencias sólo al alcance de algunos elegidos. Un cine sencillo. Un cine muy bonito.
Sólo la trama, en mi opinión, no está bien resuelta, y, aunque en la mayoría de las películas esta circunstacia resultaría fatal, en este caso es un elemento secundario, puesto al servicio de Ford para lo que realmente es más importante, el reflejo de los valores de un ídolo.
En cualquier caso, estamos ante una película magnífica, que nos haría mucho bien si llenara las estanterías de los videoclubs más comerciales, aunque tuviera que hacernos un hueco las 20 copias de Torrente 4 o de viaje al centro de la tierra.