Supongo que todos estaréis al tanto de lo que ha ocurrido en Santiago, así que no tengo que escribir nada sobre el accidente. En cambio, sí hay que escribir, y mucho, sobre los medios de comunicación españoles, que cada día dan más asco.
En el debate sobre el feminismo que mantuvimos algunos se mencionó la "inversión de la carga de la prueba", argucia derivada de la ley de igualdad que menoscaba de forma flagrante el derecho a la presunción de inocencia, cosa que, gracias a las feministas, criminaliza al hombre por defecto; todos los hombres imputados por delitos de "género" son "culpables hasta que se demuestre lo contrario"... Durante estos días, los medios españoles, especialmente El país y ABC, han menoscabado el derecho a la presunción de inocencia del maquinista Garzón.
La investigación determinará si Garzón tuvo o no la culpa, o si la tuvo en parte, como servidor sospecha después de que los hijos de perra de los medios le colgaran el mochuelo al infeliz este. Si le dan por culo, nadie hablará de recortes, de plusvalías en las obras (vale cien pero te cobro doscientos y luego me reparto los cien extra), de la escasa seguridad en las vías... De los de siempre, vaya: de quienes visten con corbata e inauguran líneas ferroviarias. Aunque puede que estos tampoco tangan la culpa; en todo caso, lo determinará la investigación.
Antes de las pesquisas, no se puede afirmar ni negar nada, ni mucho menos culpar directamente a nadie. Los medios lo han hecho con Garzón. Que viva la prensa.
También han afirmado que "se ha negado a declarar". Vamos a hacer un ejercicio que consiste en escribir dos titulares:
"El maquinista Garzón se niega a declarar."
Conclusión del lector: "Este esconde algo, ergo es culpable."
"El maquinista ejerce su derecho a no declarar ante la policía."
Sí, amiguitos; todos los acusados tienen ese derecho, precisamente para que los de uniforme no puteen demasiado.. El lector seguirá pensando que Garzón es el principal culpable, pero la cosa ya cambia. ¿o no?
Las conclusiones, al final de la investigación, nunca antes. Si el mundo fuese un lugar justo, todos los cabronazos que han estado escribiendo durante estos días, dimitirían o, mejor, serían despedidos por sus superiores; pero me temo que la vida continuará exactamente igual. Me dan arcadas. Y siento mucha pena por las familias de los muertos.