OJO SPOILERS
En esta ¿última? entrega del hombre plancha vemos a un Tony Stark mas unido y separado de su(s) armaduras que nunca. De hecho casi toda la película la pasa tratando de recuperarla, valiéndose unicamente de su habilidad para arreglar cosas, cual Anakin Skywalker, para luego destruirlas en un acto de amor supremo y en una bonita secuencia de fuegos artificiales, lo mejor de la película.
Mola el concepto de la armadura como una parte de la atormentada psique del multimillonario, playboy, genio, filántropo Tony Stark, y desde luego que solo con esa idea dá para una película muy interesante...
Peeero... Es Tony Stark, un personaje de comic que se caracteriza por ser un jashondo mental, superocurrente y verborreico a la par que carismático, y aquí el director-guionista Shane Black recurre al esquema ya utilizado en la maravillosa
Kiss Kiss Bang Bang, el verdadero punto de inflexión en la carrera de Robert Downey Jr y una película que ya anticipaba el tono de la serie Ironman. El problema es que no llega a funcionar del todo como si lo hacía en la primera entrega, demasiadas cosas mezcladas que no cuadran. Y la principal:
Destripamiento: (Pulse y arrastre sobre el recuadro si desea leer el texto.)
¿Por qué no se quitó el trozo de metralla antes y se inventó algo menos peligroso para poder llevar la armadura? ¿Eh, Tony Stark? ¿No eres tan listo, joio?
No me ha convencido del todo, me quedo con el Tony Stark chulo y sabiondo de Los Vengadores