PeliChe escribió:
Cuando se casó el Sr. de Winter con Rebecca llegó a Manderlay la Sra. Danvers como ama de llaves. Esta mostraba casi un enfermizo apego por la fallecida Rebecca. ¿No sería su madre?
Pues efectivamente, la relación o más bien la actitud de la
Sra. Danvers hacia el recuerdo de
Rebecca, se presta a más de una interpretación... Es bien sabido que
Hitchcock hacía pases privados de sus películas para estudiar las reacciones del público, y así decidirse por ejemplo por uno de entre los varios finales preparados, o hacer algunos retoques en el montaje final. Así que uno se queda con la duda de qué demonios pasaba por la cabeza de
Hitchcock al respecto... ¿podríamos incluir una relación lésbica entre las muchas de
Rebecca?, ¿se trataría meramente de una admiración platónica?, ¿podrían ser realmente lazos de sangre las que las uniese?... En cualquier caso, la
Sra. Danvers estaba dispuesta a todo con tal de que no se disipase el recuerdo de
Rebecca en
Manderlay.
Otro detalle curioso es que, ningun@ de los emplead@s de
Manderlay se dirigen a
Joan Fontaine como la
Sra. de Winter, se refieren así sólo respecto a
Rebbeca, pareciendo la nueva ama de la casa como un mero monigote... Uno no sabe muy bien si interpretarlo como admiración hacia
Rebecca o simplemente una mera resistencia a los cambios.
Lo que sí me llamó la atención, es la especie de justicia poética que resulta como epílogo de todos los acontecimientos. No importa lo lejos que el
Sr. de Winter se esconda (incluso de sí mismo), el recuerdo del crimen le persigue y lo tortura. Sin embargo no es más que una mera marioneta en manos de la pérfida
Rebecca que lo elige como brazo ejecutor de lo que quizás ella misma sea incapaz de hacer; con el diabólico agravante de ser así planeado para desaparecer por un lado, pero también como venganza final hacia su esposo, para que lo corroa por el resto de su vida... Pero al final (y aquí está lo poético) la verdad sale a la luz triunfante y consigue varias cosas, por un lado el
Sr. de Winter queda libre de toda sospecha, por otra parte La nueva
Sra. de Winter encuentra su lugar y se revela como un fuerte pilar de su esposo, y finalmente el propio
Sr. de Winter se reconcilia con sigo mismo, pudiendo de nuevo disfrutar de una perdida paz interior... Sin embargo, aún queda el toque de gracia, incluso desde el otro mundo
Rebecca ha dejado su semilla de discordia en
Manderlay, y siendo imposible extirparla, la única solución posible es la purificación mediante la destrucción total.
Manderlay ya no es lo que era, tiene un pútrido estigma indeleble, y sólo el fuego es capaz de redimir y purificar todo, ya no hay nada que se pueda arreglar y la única alternativa es empezar de nuevo desde cero.